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Cuando alguien te habla de un contrato, lo primero que suele venir a la mente es que se trata de un acuerdo entre dos partes. Lo más habitual es que el contrato se suscriba para ser efectivo de manera inmediata. No obstante existen unos documentos conocidos como ‘contratos de futuros’ cuya fecha de cumplimiento no es tan inmediata como se suele asociar al resto de contratos.
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Los contratos de futuros se asociaron originalmente con productos como aceites, granos, semillas y metales. Los agricultores, los mineros y otros proveedores de productos básicos necesitaban una forma de gestionar el riesgo financiero de tener que producir sus productos en el futuro, y el bloqueo inicial de los precios les ayudó a lograr este objetivo. Del mismo modo, aquellos que estaban interesados en la compra de los mismos estaban protegidos de las fluctuaciones significativas de los precios al bloquear, mediante un contrato de futuros, los precios con anticipación.
En estos días, el mercado de futuros abarca más que solo productos básicos. Hoy, los contratos de futuros se negocian en función de activos como índices bursátiles, divisas y bonos del Tesoro. Si bien los contratos de futuros pueden requerir la entrega física del activo o producto en cuestión, la mayoría se liquida en efectivo.
¿Qué son concretamente los contratos de futuro?
El contrato de futuros, comúnmente conocido como “futuros”, es un contrato entre dos partes que se comprometen a, en una fecha futura establecida y a un precio determinado, intercambiar un activo, llamado activo subyacente, que puede ser físico, financiero, inmobiliario o de materia prima.
Existen dos motivos por los cuales alguien puede estar interesado en contratar un futuro:
- Operaciones de cobertura: La persona tiene o va a tener el bien subyacente en el futuro (petróleo, gas, naranjas, trigo, etc.) y lo venderá en un futuro. Con la operación quiere asegurar un precio fijo hoy para la operación a realizar posteriormente.
- Operaciones especulativas: La persona que contrata el futuro sólo busca especular con la evolución de su precio desde la fecha de la contratación hasta el vencimiento del mismo.
Usos de los contratos de futuros
Con independencia de que un contrato de futuros se puede comprar con la intención de mantener el compromiso hasta la fecha de su vencimiento, también puede ser utilizado como instrumento de cobertura en operaciones de tipo especulativo, ya que no es necesario mantener la posición abierta hasta la fecha de vencimiento; en cualquier momento se puede cerrar la posición con una operación de signo contrario a la inicialmente efectuada: cuando se tiene una posición compradora, puede cerrarse la misma sin esperar a la fecha de vencimiento simplemente vendiendo el número de contratos compradores que se posean; de forma inversa, alguien con una posición vendedora puede cerrarla anticipadamente acudiendo al mercado y comprando el número de contratos de futuros precisos para compensar su posición.
+ Comprar un futuro consiste en un contrato estandarizado que supone para el comprador la obligación de comprar el activo subyacente a un precio fijado hoy, llamado precio del futuro, en la fecha de vencimiento del contrato. Si una vez llegado el vencimiento el precio del futuro es menor que el precio de liquidación, habrá beneficio; en caso contrario habrá pérdidas.
+ Vender un contrato de futuro consiste en un contrato estandarizado que supone para el vendedor la obligación de vender el activo subyacente al precio del futuro en la fecha del vencimiento. Si una vez llegado el vencimiento el precio del futuro es mayor que el precio de liquidación, habrá beneficio; en caso de que ocurra lo contrario obtendremos pérdidas.
Negociar un contrato de futuro implica
-La liquidación diaria de pérdidas y ganancias: Todos los días, cuando se cierra la sesión, se procede al cálculo de las pérdidas y ganancias generadas por cada posición. -Unas garantías que consisten en un depósito que la cámara exige al contratar futuros.